El punto de encuentro podemos fijarlo en el hermoso Parque "Príncipe Felipe" (1), donde se darán las instrucciones precisas para que el recorrido sea lo más aprovechado posible. Salimos por la puerta que comunica a la carretera Plasencia-Pozuelo de Zarzón y caminaremos en dirección hacia el Pozuelo; un poco más adelante, nos encontraremos con el ambulatorio y justo enfrente, está la carretera que nos llevará hacia La Dehesa, a la que le dedicaremos un amplio estudio en su momento.

Después de pasar varios edificios y algunos terrenos incluso cultivados (agosto 2012), veremos un cruce que nos marcará la dirección hacia el pueblo de Aceituna; en éste punto, podremos observar a nuestra izquierda, el recinto deportivo y la Plaza de Toros, ésta última, destaca por su buen plante y por tener en sus paredes unos paños de cerámica que tienen diversos motivos montehermoseños: gorro, fuente Ronco. etc (2).

Continuamos por el margen derecho sobre un camino bien trazado que atraviesa un riachuelo (el arroyo del Pez), siguiendo hasta visualizar la Ermita de San Cristobal (3). El trayecto se hace agradable, pues discurrimos bajo un entramado de árboles que pareciera que nos protegiera de los maleficios mundanos; no dejemos de mirar hacia la derecha para observar una pasarela que atraviesa el riachuelo conformada por hermosos bloques de granito. Puede ser un buen momento para hacer una parada y así disfrutar plácidamente de todo el entorno: agua del riachuelo, pasarela hermética y como no, de la paz que siempre transmite la presencia de una ermita.

Reiniciamos nuestra singladura ecológica y seguimos el emjambre aéreo del arbolado para llegar hasta un puente de madera que atraviesa el riachuelo que aquí adquiere mayor anchura (4). Es el preciso instante de atravesar a la orilla de enfrente cruzando la carretera que va hacia Aceituna. ¡¡Cuidado con los coches que pueden aparecer!! 

Una vez posicionados en el nuevo trayecto del sendero, comenzaremos a caminar guiados por el pasadizo ordenado de troncos primorosamente colocados, que terminarán en el lagar. Vamos dejando a uno y a otro lado impresionantes bloques de granito que son el testigo más elocuente de una etapa geológica trepidante, donde hemos de imaginar secuencias diversas con glaciarismo profundo y alternando con etapas algo más cálidas con aguas salvajes incontroladas que discurrirían por este portentoso paraje. (5)

El final de este nuevo sendero nos dejará en el recinto amurallado de un abandonado lagar de las Chorreras que se valía de las aguas del arroyo del Pez, (6) para triturar las aceitunas. Es el mejor momento para hacer otro ganado descanso que permita relajar los músculos doloridos. Si miramos hacia la arboleda que tenemos a la derecha, allá en la lejanía, descubriremos unos hermosos encinares que serán el motivo perfecto para recitar una poesía del enigmático Antonio Machado.